En estos días asistimos a la escalada de discursos y políticas racistas y fascistas en Túnez contra los inmigrantes africanos del sur del Sahara. En un discurso pronunciado recientemente ante el Consejo de Seguridad Nacional, el presidente tunecino Kais Saied declaró:“El objetivo no declarado de las sucesivas oleadas de inmigración ilegal es considerar a Túnez un país puramente africano que no tiene afiliación con las naciones árabes e islámicas”.
Este y otros comentarios divisivos y racistas se hicieron después de la represión y el arresto de decenas de personas indocumentadas del África subsahariana, y en el contexto de los continuos ataques racistas violentos contra los inmigrantes, quemando sus casas, restringiendo oportunidades de empleo y vivienda, abusando sexualmente de mujeres, y el sometimiento diario a calumnias e insultos degradantes. Esta retórica chovinista y reaccionaria contra África como continente y como pueblo, pone de relieve el peligro de dejar el destino del pueblo africano en manos de regímenes títeres y reaccionarios que propagan el racismo y el fascismo.
Esta tendencia se ha extendido en el norte de África contra el resto de los pueblos del continente, apuntando especialmente a los africanos de piel más oscura, dividiendo a los africanos e impidiendo la unidad creando divisiones artificiales y falsas animosidades entre personas que comparten intereses comunes. Esta tendencia es una evidencia contundente del peligro de dejar el destino del continente en manos de una minoría reaccionaria y racista al servicio de los intereses del neocolonialismo y el imperialismo. Libia (después del golpe neocolonial liderado por EE. UU.), Túnez y Marruecos juegan un papel destacado en esta guerra contra las masas africanas, no solo como agente del colonialismo, sino también como beneficiarios económicos de su guerra contra el resto de África. No es ningún secreto que sus regímenes intercambian los destinos de los africanos a cambio del apoyo con dinero y armas de Europa.
Después de que la OTAN y las milicias reaccionarias tomaron Libia en 2012, la convirtieron en un patio trasero para la esclavitud y la guerra imperialista en África. El apoyo material militar estadounidense y europeo para las milicias libias y los regímenes reaccionarios en Marruecos y Túnez contribuye a convertir la parte norte del continente africano en una “zona de amortiguamiento” para restringir el acceso de los inmigrantes a Europa, la misma Europa que viola económicamente y le roba a África su tierra y recursos creando las crisis migratorias. La guerra de Europa contra los inmigrantes africanos no puede tener éxito sin la ayuda de regímenes reaccionarios y títeres que se benefician de la violencia y el saqueo coloniales. Hoy, más que nunca, hacemos un llamado a la unidad africana, no solo para proteger al pueblo africano, sino para detener a los cerdos fascistas y racistas y detener sus proyectos que tienen como objetivo destruir África. Solo el fin del imperialismo terminará con las condiciones que obligan a millones de personas a arriesgar sus vidas intentando migrar.
Debemos rechazar y aplastar cualquier intento de dividir a nuestro pueblo. Las masas populares en Túnez, Marruecos, Libia no son nuestros enemigos. Nuestro enemigo es el neocolonialismo. El fin del neocolonialismo acelerará la caída del imperialismo. Debemos rechazar y aplastar a todo traidor y colaborador africano que venda los intereses de África y de los pueblos africanos. Los recursos y la tierra de África pertenecen a África y al pueblo africano. Debemos unirnos para lograr el panafricanismo; la total liberación y unificación de África bajo el socialismo científico. Esta es la única solución.
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